Todos los que hoy desarrollan una actividad comercial lo hacen bajo un nombre, su marca. Unos venden productos y otros se dedican a la prestación de servicios pero todos se identifican en el mercado con un logo que es la imagen con la que se presentan a los demás y lo que les ayuda a diferenciarse de la competencia.

Una de las primeras cosas que debería hacer el emprendedor es proteger su marca, y ello por varios motivos:

  1. Sólo con el registro, seré titular de mi marca y podré evitar que la competencia pueda usarla.
  2. Si alguien la usa sin mi autorización y no la tengo registrada, no podré ejercer ninguna acción legal frente a esa persona.
  3. Es un activo intangible que aumenta el valor de mi empresa, puedo licenciarla a cambio de un royalty, franquiciarla o venderla.
  4. Genera confianza ya que disminuye el riesgo de imitación por parte de la competencia.

Todos sabemos que para un emprendedor, cuando inicia su negocio, los costes para arrancar son muy altos y por eso motivo se limitan a “lo obligatorio” y dejan el registro de su marca para “más adelante” sin saber que, la mayoría de las veces, eso puedo suponer un “demasiado tarde”.

A menudo nos encontramos con clientes que llevan años en el mercado y que un tercero, con la intención de especular, registra su marca; o emprendedores que invierten en su imagen corporativa (papelería, página web, tarjetas de presentación, etc.) y que a los pocos meses se ven obligados a cambiarla porque ya había una marca registrada parecida a la suya y ellos no lo sabían; etc. Alguno de estos problemas son de difícil solución y otros ni tan siquiera la tienen. ¡Con lo fácil que hubiera sido si hubiera registrado mi marca!

¿Por qué no hacerlo por mi cuenta?

La pregunta tiene fácil respuesta: Porque no todo lo que está registrado, sirve; ni todo lo que sirve, está registrado.

Ocurre que a veces se registran logos que después se usan de forma diferente a como se incluyeron en la solicitud, o simplemente que no se usan; otras veces se registran denominaciones sin comprobar que no hay ya marcas registradas idénticas o similares; también puede ocurrir que no solicitemos los productos o servicios adecuados a nuestra actividad; que nos presenten una oposición y que no sepamos cómo contestar; etc.

Es decir, se registran marcas indebidamente y ello conlleva que puedan ser anuladas. De ahí la importancia de contar con la ayuda con un profesional que nos acompañe a lo largo de todo el procedimiento y después vigile que no se registren otras marcas iguales o parecidas a las nuestras, tarea de la que no se encarga la Oficina Española de Patentes y Marcas, y que es responsabilidad del propio titular.

Vanessa Campos G.
Dpto. Propiedad Industrial e Intelectual

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